Thursday, November 23, 2006

Un gaucho de los de antes

La historia de don Zacarías Silbera llegó al libro

Su hijo, Cruz Lautaro, participó de un concurso organizado por el diario La Nación. El relato de la historia de su padre fue uno de los seleccionados para formar parte de un libro de reciente aparición

El año pasado, cuando Cruz Lautaro Silbera cursaba estudios en la Escuela Agropecuaria de nuestra ciudad, fue informado junto a sus compañeros por parte del director, Roberto Palacio, que la sección Rincón Gaucho del diario La Nación organizaba un concurso de historias relacionadas con el campo, invitando a los jóvenes de su colegio a participar.
Si bien en mayor o menor medida todos los alumnos conocían historias relacionadas con el quehacer rural, pocos tenían más información y más historias que Cruz Lautaro, cuyo padre, don Marciano Zacarías Silbera es uno de los hombres de a caballo más reconocido del país. Es que su padre, entre otras miles de historias, recorrió el país y muchos otros países, mostrando su baquía en las jineteadas, habilidad que le valió enormes y justificados reconocimientos. Pero además, y aquí lo que lo distingue aún más, fue compañero de ruta - durante mucho tiempo - de don Jorge Cafrune, ese emblema de la nacionalidad que tuvo en Zacarías a un amigo y un compañero fiel. Conoció al mítico “Marito”, aquel niño que cantó junto a Cafrune un tema emblemático y que lo lanzó a la fama, fue recibido en la embajada argentina luego de jinetear en Estados Unidos y participó en la filmación de la película “Martín Fierro”, con dirección del notable Leonardo Favio.

Con pocas ilusiones

“Pachi Palacio, el director del colegio, nos invitó a escribir historias de la zona y a mi me dijo que escribiese sobre mi padre, ya que él conocía su historia”, comenzó explicando Cruz, comentando que algunos profesores le ayudaron en el trabajo.

Marciano Zacarías Silbera, un gaucho bien de a caballo, cuya historia quedó ahora inmortalizada en un relato escrito por su hijo

“La verdad es que no tenía muchas ilusiones de quedar seleccionado”, confesó el joven, comentando que notaba que muchas historias que escribían sus compañeros le parecían muy interesantes, quizás sin darse cuenta de lo importante de los hechos de la vida de su padre.
Pero poco tiempo después el joven de 17 años se encontraba en Buenos Aires recibiendo su distinción, en un acto en el que estuvieron personalidades artísticas de la impronta de Luis Landriscina y figuras de la cultura, como el director del diario La Nación. Cruz Lautaro, quien contó la historia de su padre de 68 años, recibió un diploma acreditando su premio, además de haber participado de una visita guiada por la ciudad, de la que el joven guarda muy gratos recuerdos.
“Fue una gran alegría recibir este premio, ya que además pude hacer conocer la historia de mi padre”, enfatizó el joven distinguido, ya que su relato forma ya parte de un libro llamado “La Argentina rural contada por los chicos”, edición que cuenta con el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación y del que forma parte «Homenaje a papá. La historia de don Zacarías Silbera», el relato del joven suarense.
De la convocatoria realizada por el diario capitalino participaron más de 1.500 alumnos de escuelas rurales, quienes fueron invitados a contar historias de campo, a través del concurso Rincón Gaucho en la Escuela. El empeño y la seriedad con que los chicos emprendieron esta tarea hizo difícil la elección de los ganadores por parte del jurado.
No son relatos aislados. Son historias que sostienen la identidad de los argentinos, en la mirada y la pluma de niños y adolescentes de todo el país.
Para los chicos, la experiencia fue emocionante. Los jurados -Analía H. Testa, Fernando Sánchez Zinny, Oche Califa, Margarita Eggers Lan y Félix Sammartino- ponderaron historias diversas y llenas de riqueza, que habían sido preseleccionadas por un jurado.
Margarita Eggers Lan, coordinadora de la Campaña Nacional de Lectura y jurado del concurso, destacó que convocatorias como el Rincón Gaucho reafirman la pasión por la lectura. «Estos relatos -dijo- son el reflejo de la vida de los que sostienen el territorio en toda su extensión. Leer estos textos significó conectarnos con la realidad de los lugares más alejados y solitarios, tomar conciencia de sus problemáticas y conocer la lucha de los chicos por preservar la historia.»
También habló el narrador y humorista Luis Landriscina, quien reflexionó que «se educa con el ejemplo y se instruye con la inteligencia». Defendió la labor del maestro, «a quien se le exige hoy que haga en cuatro horas lo que los padres no hacemos en 20. Y pretendemos que también sea asistente social y componedor conyugal».

Relatos bien de patria

Lamento, sombra, denuncia, plegaria, alegría, transparencia, agradecimiento. Estas historias siempre llevará la irrepetible vibración de cada uno de los alumnos. Estas impresiones resultan de la lectura de los trabajos que se presentaron al Concurso Rincón Gaucho en la Escuela.
Enviados desde todos los puntos cardinales del país, escritos incluso a mano, trajeron a los jurados, una mirada realista -a veces cruda, descarnada, a veces portadora de ideales y de cierta ingenuidad- de aquellos lugares en los cuales la producción agrícola y ganadera, la convivencia de indios y criollos, la exposición a la naturaleza extrema, marcan a fuego el modo de vivir.

El joven Cruz Lautaro Silbera junto al humorista Luis Landriscina en el acto de entrega de las distinciones para los jóvenes cuyos trabajos merecieron ser incluidos en el libro

Los textos, las voces, que se multiplicaron desde las escuelas de campo, nos acercan a un mapa que articula realidades heterogéneas, a veces contrastantes, de la Argentina. Desde La Rioja cuentan de la falta de obras para asegurar la provisión de agua a las casas y los campos y el sacrificado trabajo de acarrearla desde la cascada de un río, cuando la lluvia fue generosa. Para engordar al ganado -relata el alumno- hay que emprender un largo viaje hacia las zonas de altura donde las vertientes aseguran mejores pastos.
Desde La Pampa, recrean el acecho del puma a las majadas y la fiesta del partido de fútbol en el pueblo. Desde Villa Ventana, llega el recuerdo de la sublevación en un Fortín Pavón allá por 1863. Desde Trenque Lauquen escriben sobre una lluvia de cenizas, que el viento había arrastrado desde la boca de un volcán cordillerano, en 1932. Desde Formosa cuentan de una yerra que en verdad es un «congreso de gauchos».
Desde Alberti, explican en detalle los hábitos del peludo y la costumbre de cazarlo. Desde Chubut, describen la señalada como la «fiesta de tranqueras abiertas en el país del viento». Desde Las Toscas, Santa Fe, nos invitan a conocer los pormenores del juego de la taba. También llega el testimonio de un abuelo que se salvó de la masacre a los indios Pilagá, en octubre de 1947, en Formosa. Otro chico recordó a su abuelo, aquél «cantor costero» de Piedras Blancas, un pequeño pueblo a orillas del río Paraná, que nació en torno de una industria del yeso. Otros hablaron de un tren de trocha angosta en Lobería; de una volanta que cruzó el Atlántico y llegó a Estancia Vieja, en Córdoba; de la huerta familiar como parte de la cultura guaraní; de El Zorro, un caballo que resultó invicto en el circuito de las jineteadas; del contrabando de madera hacia Brasil; de una pelea de a cuchillo y el riesgo de perder el honor y la vida en un falso movimiento; del comercio en la red de almacenes de campo ahora reemplazados por los miniservice, según el autor.
No sólo resultó interesante la diversidad de temas que abordaron los chicos sino la fuerza de su testimonio o el valor de citar a otros para efectuar una denuncia sobre falta de obras públicas o problemas en torno de la propiedad de la tierra o de la necesidad de recuperar el ferrocarril para reverdecer la economía y la vida social local. El hecho de que todo esto haya surgido desde las escuelas refleja la gravitación de esa institución en la zona.

23/11/06

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